Recuerdo con nostalgia cuando, siendo joven, me enteraba de los festivales de reggae y mega conciertos que se organizaban en otros países. Incluso cuando empezó el programa NO BABYLON en la radio, dedicábamos una sección para hablar de los festivales y conciertos de la semana.
Leer esos carteles era una experiencia que despertaba en mí un profundo deseo de estar allí, o al menos, de que en nuestro país se realizara algo similar.
Esa ilusión, esa chispa que encienden los festivales de reggae y conciertos, es esencial. Es la que impulsa a más personas a unirse al movimiento reggae. En países donde no crecimos con el reggae desde la cuna, la visita de artistas que vienen de la cuna del genero, especialmente de esas leyendas aún activas, despierta en nosotros una curiosidad innata.
Queremos saber más: ¿Cómo son? ¿Qué hacen? ¿Cómo actúan? ¿Cómo suenan? Casi olvidamos que, al final del día, son personas normales como nosotros.
Esa energía y entusiasmo son contagiosos. Cuando hablamos con nuestro entorno sobre el gran artista que nos visita, compartimos su música y, a veces, terminamos hablando de la historia del reggae, especialmente si la persona conoce poco o nada del género.
Este tipo de interacción, junto con otros factores, acerca al público nuevo al reggae.
Los festivales de reggae deberían ser esa vitrina donde el talento nacional tiene la oportunidad de brillar, de mostrar su música y su performance, y de codearse con artistas experimentados de los cuales pueden aprender mucho.
Además, el público que asiste a estos festivales de reggae y mega conciertos tiene la oportunidad de ver tanto a artistas de renombre como a aquellos que no gozan de tanta fama, fomentando el intercambio de opiniones y material sobre el género.
Sin embargo, muchos no se dan cuenta de la importancia que tienen estos eventos para el reggae, ni siquiera los organizadores y promotores.
En la realidad actual de la música, donde el negocio ha cambiado, los artistas necesitan más que nunca estos festivales de reggae y mega conciertos para mostrarse, para despertar el interés de la gente y que luego los busquen en el mundo digital, donde hoy se comercializa la música.
No es un secreto que vender discos es más difícil que antes. Hoy en día, los artistas dependen más de las descargas y de lo poco que pueden recibir de ellas.

Aquí es donde los festivales juegan un papel crucial: son el lugar donde los artistas pueden conectar con el público y presentar su música en un bloque continuo, sin interrupciones.
Siempre ha habido festivales de todo tipo: pequeños, grandes, gratuitos, de pago, para todos los gustos, y cada uno ha aportado a la música en distintos niveles.
Pero en estos tiempos modernos, los festivales gratuitos son cada vez menos comunes, y en su lugar han surgido los mega festivales, con varias tarimas, ferias de comida, mercadillos, zonas de camping y distintos ambientes para bailar después de los shows.
Estos mega festivales son súper atractivos para el público, ya que ofrecen la oportunidad de convivir en un ambiente de unidad, rodeado de personas con gustos similares, todo al ritmo de la música de grandes artistas. Sin embargo, tengo ciertas reservas con respecto a estos eventos.
Aunque despiertan el interés de muchos, veo en ellos una forma de canibalizar a los músicos y al espectáculo. La idea de tener varios escenarios parece dividir a los artistas en «de primera» y «de segunda», y si te gustan dos grupos que están tocando al mismo tiempo, te ves obligado a elegir a cuál ver y a cuál perderte.
Aunque varios escenarios ofrecen más oportunidades para que los artistas se muestren, también es cierto que dividen al público, lo que podría disminuir las posibilidades de que algunos artistas sean descubiertos por nuevos oyentes en una ciudad o país diferente.
Además, muchos festivales han adoptado la práctica de hacer competir a los artistas por un lugar en la tarima, lo que considero una práctica innecesaria y perjudicial.
Los artistas independientes ya deben multiplicar sus funciones, siendo no sólo músicos, sino también managers, productores, community managers, editores de videos, etc.
Añadirles la presión de una competencia es innecesaria y puede llegar afectar su moral. Si te gusta el talento de un artista, deberías llevarlo a tu festival sin necesidad de hacerlo competir para satisfacer un ego o una necesidad de control.
Entiendo que esta situación no es nueva, pero eso no significa que esté bien. Menos aún cuando se pone a bandas de reggae a competir por un lugar en un festival de reggae, mientras en las tarimas suenan artistas que no pertenecen al género.
Personalmente, prefiero quedarme con los festivales y conciertos que respetan el género y su público.
Existen organizadores y promotores que hacen cosas muy interesantes, pero que no cuentan con el apoyo financiero o el interés de avanzar hacia la mega promoción. Esto también es totalmente respetable.
En fin, los festivales y eventos son una parte fundamental para el crecimiento y difusión de la música reggae, tan necesaria en nuestras sociedades hoy en día.
Ya sea un reggae de protesta, con mensaje cultural o con fines comerciales, el reggae siempre estará acompañado de positividad y buenas vibraciones.











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